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Diario Las Americas


6 de mayo de 2005

Por Por Luis de la Paz
DelapazL@aol.com

Posesas de La Habana

Con toda seguridad es a través de la literatura donde mejor se reflejan las sutilezas, las intimidades, las pinceladas más íntimas de la historia cubana contemporánea, con toda su carga de alucinantes realidades, que no van a recoger con particular interés los libros especializados. Se hablará de la UMAP, pero de los ingenios de sus víctimas para sobrevivir allí, se ha ocupado Héctor Santiago con su novela Infernizando, inédita aún. Se divulgarán cifras sobre La Habana de los años setenta, pero sus gentes y vicisitudes son retratadas por Carlos Victoria en La travesía secreta. Muchos volúmenes detallarán la lucha de miles de cubanos por abandonar la isla en sus múltiples maneras, pero la angustia sólo se reflejará en páginas como en las de Dile adiós a la Virgen de José Abreu Felippe. Economistas sumarán las horas de apagones y analizarán la catástrofe del “período especial”, pero lo que acontecía en las extendidas noches, en la media luz de una humeante lámpara de queroseno, sólo se podrá saber leyendo Posesas de La Habana de Teresa Dovalpage (Pureplay Press, 2004).

Esta novela es la carta de presentación como escritora para el público hispano de Dovalpage, quien anteriormente había publicado en inglés A Girl Like Che Guevara. Con Posesas... los lectores podremos penetrar en el íntimo mundo de una familia de cuatro mujeres, todas sin hombres, amargadas, casi odiándose las unas a las otras, en medio de un país sin esperanzas, sin posibilidades de escape. Posesas de La Habana bien podría ser como la tropicalización de La casa de Bernalda Alba, de Federico García Lorca, pero en este caso el encierro es la insularidad, el destino es la dictadura de estado.

Las doscientas páginas de esta novela son intensas, la prosa de Teresa Dovalpege convence. Es cruda en el lenguaje, despiadada en las descripciones, con un dominio preciso de los planos en que transcurre la obra y en el uso de los personajes.

La obra es una mirada a través de los ojos de una familia, develando la lucha de cada cual por mantener su individualidad, rota por la convivencia forzosa, ante la falta de vivienda y de espacios. Marca también los conflictos, los embates generacionales, las peleas y los rencores de una familia que parece atípica en el contexto cubano, pero que de alguna manera indica el deterioro y el hacinamiento que sólo contribuye a desatar peleas y conflictos.

Posesas es una novela descarnada, e insisto, en el ambiente en torno a la falta de esperanzas, a la larga espera, a la lucha de desgaste, esperando a ver quién muerte primero, quién desaparece del panorama antes que otro. Gentes que lo han perdido todo y de ellos sólo queda como herencia el odio. Así, la bisabuela destila veneno por Bárbara, su hija, a su vez esta hija por la suya, hasta llegar a Elsa, la más joven y “fruto de la revolución”, el personaje más bestial y deshumanizado de todos... En fin, una novela aterrorizante que hay que leer.


   

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